Desperté creyendo escuchar mi nombre.
Desperté cuando aún las sombras cubrían los sueños del mundo,
en ese instante en que empiezan a desaparecer una a una las estrellas.
Creí escuchar mi nombre de nuevo.
Lo escuché con la misma claridad y fuerza con que se escucha al trueno durante la tormenta,
cómo cuando el viento sopla en la soledad del campo.
Justo antes del amanecer, juro que escuché mi nombre.
Abrí mis ojos creyendo encontrar lo que deseaba,
desperté creyendo escucharte decir mi nombre.